20 de diciembre de 2024 Donar
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El Papa denuncia la falsedad del mundo que cierra los ojos a la enfermedad y discapacidad

El Papa celebra la Misa en el Jubileo de los Enfermos y Discapacitados. Foto: Alexey Gotovsky / ACI Prensa

El Papa Francisco denunció que en la actualidad el hombre vive en la "falsedad" al "cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad".

"No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente 'perfectas', sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo".

El Santo Padre celebró con una Misa en la Plaza de San Pedro el Jubileo de los Enfermos y Discapacitados que durante unos días se celebró en Roma.

En su homilía, Francisco explicó que "el modo en que vivimos la enfermedad y la discapacidad es signo del amor que estamos dispuestos a ofrecer. El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas".

El Papa recordó además que el sufrimiento y la enfermedad encuentran su sentido en "Cristo". "En realidad, todos, tarde o temprano, estamos llamados a enfrentarnos, y a veces a combatir, con la fragilidad y la enfermedad nuestra y la de los demás".

Esta experiencia "plantea de manera aguda y urgente la pregunta por el sentido de la existencia" y se suele responder de dos maneras: con "una actitud cínica, como si todo se pudiera resolver soportando o contando sólo con las propias fuerzas" o  poniendo "toda la confianza en los descubrimientos de la ciencia, pensando que ciertamente en alguna parte del mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad". Sin embargo, "lamentablemente no es así, e incluso aunque esta medicina se encontrase no sería accesible a todos".

El Santo Padre también denunció que en la actualidad "se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión".

"En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante".

Es mejor –continuó el Papa– tener a estas personas separadas, en algún 'recinto' -tal vez dorado- o en las 'reservas' del pietismo y del asistencialismo, para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar".

Incluso "en algunos casos se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis".

"Pero, en realidad, con qué falsedad vive el hombre de hoy al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad. No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando este compuesto solamente por personas aparentemente 'perfectas', sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo".

Francisco comentó también el Evangelio del día en el que se presenta a una mujer pecadora que es acogida por Jesús. "La mujer pecadora es juzgada y marginada, mientras Jesús la acoge y la defiende: 'Porque tiene mucho amor'. Es esta la conclusión de Jesús, atento al sufrimiento y al llanto de aquella persona. Su ternura es signo del amor que Dios reserva para los que sufren y son excluidos".

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Francisco recordó que "no existe sólo el sufrimiento físico" puesto que hoy "una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu".

"Es un sufrimiento que afecta al animo y hace que esté triste porque está privado de amor. Cuando se experimenta la desilusión o la traición en las relaciones importantes, entonces descubrimos nuestra vulnerabilidad, debilidad y desprotección. La tentación de replegarse sobre sí mismo llega a ser muy fuerte, y se puede hasta perder la oportunidad de la vida: amar a pesar de todo".

Por ello, expresó que "la felicidad que cada uno desea, por otra parte, puede tener muchos rostros, pero sólo puede alcanzarse si somos capaces de amar". "Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino. El verdadero desafío es el de amar más", añadió.

El Pontífice concluyó preguntando: "¿Qué podemos reprochar a Dios por nuestras enfermedades y sufrimiento que no este ya impreso en el rostro de su Hijo crucificado?".  "A su dolor físico se agrega la afrenta, la marginación y la compasión, mientras él responde con la misericordia que a todos acoge y perdona".

"Jesús es el médico que cura con la medicina del amor, porque toma sobre sí nuestro sufrimiento y lo redime. Nosotros sabemos que Dios comprende nuestra enfermedad, porque él mismo la ha experimentado en primera persona".

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