Este 13 de junio se celebra la fiesta de San Antonio de Padua, a quien por tradición se le invoca para pedir un buen esposo o esposa. Sin embargo, también hay personas que le atribuyen a su imagen poderes que no tiene.
Si usted es de las personas que pone "de cabeza" cualquier imagen de este santo como una manera de obligarlo a conseguir novio o novia, si realiza ofrendas con 13 monedas el día de su fiesta, si escribe cartas detallando las cualidades que quiere para su futura pareja u otros rituales similares, debe saber que está cayendo en la superstición y posiblemente en idolatría.
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en el numeral 2111 explica que la superstición es "una desviación del culto debido al Dios verdadero", por ejemplo, cuando le otorgamos una importancia de cierto modo "mágica" a ciertas prácticas legítimas o necesarias como son las oraciones o los sacramentales.
Santo Tomás de Aquino señala en la Suma Teológica que la superstición se presenta cuando "se ofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo impropio".
Con relación a los sacramentales y oraciones, se cae en superstición cuando se confía en la materialidad del acto sin la necesaria disposición interior. Es decir, cuando en vez de valorar un objeto religioso por lo que representa se le atribuye un poder que no tiene.
Es supersticioso, por ejemplo, quien lleva un escapulario pero no guarda en su corazón fidelidad a la Virgen María sino que piensa que por solo el hecho de llevarlo se salvará. O quien piensa que es una imagen o un santo el que puede obrar un milagro.