Cada 11 de junio se celebra la memoria de San Juan de Sahagún, eremita y predicador español de la Orden de Ermitaños de San Agustín, quien vivió en el siglo XV. Fue declarado, en 1688, ‘Patrón único de Salamanca’ (España) por el Papa Inocencio XI. La hermosa ciudad, de acuerdo a la tradición, fue librada de la peste del tifus negro gracias a la intercesión del santo religioso.
Primero sacerdote
Juan González Martínez -nombre de pila del santo- nació en el municipio de Sahagún (España), en 1430. Fue hijo de Juan González del Castrillo y Sancha Martínez, matrimonio poseedor de una gran fortuna. Su educación estuvo a cargo de los monjes del monasterio de San Benito de Sahagún. Como demostró inclinación hacia la vida sacerdotal, recibió del obispo de Burgos la autorización para estudiar teología.
Juan fue ordenado presbítero en 1454, a los 23 años de edad, tras lo cual fue nombrado secretario y canónigo de la catedral de Burgos. Cuatro años más tarde, concluiría sus estudios en la Universidad de Salamanca.
La gran promesa
A fines de 1462 o principios de 1463, cayó enfermo. Los médicos le recomendaron que se sometiera a una cirugía -en aquellos tiempos, cualquier procedimiento quirúrgico implicaba un riesgo incalculable, considerando, para empezar, que ni siquiera los diagnósticos eran confiables-. Juan, con temor, se encomendó al Señor y le prometió que si sobrevivía al tratamiento, buscaría con ganas renovadas cumplir su voluntad. La cirugía acabó bien y el P. Juan se recuperó.