Cada 4 de junio la Iglesia Católica conmemora a San Francisco Caracciolo, religioso italiano del siglo XVI, fundador, junto al P. Agustín Adorno, de la Orden de Clérigos Regulares Menores, de la que fue superior general.
De lo que rebosa el corazón, habla la boca
A Francisco lo llamaban “el predicador del amor de Dios" porque en su prédica aludía constantemente a la misericordia de Dios con los pecadores.
El P. Francisco, al mismo tiempo, fue siempre un fiel devoto de la Santísima Virgen. Dios le concedió el don de curar enfermedades, y en reiteradas ocasiones pudo devolver la salud a personas enfermas con solo hacer la señal de la cruz sobre ellas.
De mente inquieta y de alma dócil a las mociones del Espíritu Santo, encabezó, a lo largo de su vida religiosa, varias iniciativas con el deseo de extender el Reino de Dios.
Francisco fue el fundador de uno de los más grandes conventos de Nápoles (Italia), que pronto se llenaría de vocaciones, e hizo lo mismo en España, en las ciudades de Madrid, Valladolid y Alcalá.