NUEVA YORK,
¿Alguna vez se ha preguntado dónde podrían ir las personas que padecen un cáncer incurable y no tienen dinero para tratarse? En Rosary Hill Home, un hospicio de Nueva York a cargo de religiosas dominicas, acogen y atienden a estos pacientes hasta el fin de sus días.
El hospicio fue fundado en 1901, cuando los médicos creían que el cáncer era una enfermedad contagiosa. Las religiosas atienden a los enfermos sin importar su credo y cuando lo hacen recuerdan las palabras de su fundadora Rose Hawthorne Lathrop:
"No podemos curar a nuestros pacientes, pero podemos asegurarles la dignidad y el valor de sus últimos días, y mantenerlos cómodos y libres de dolor".
La labor de estas religiosas cobró relevancia hace unas semanas gracias a la fotógrafa Gillian Laub quien llevó a su suegra que tenía cáncer terminal y no tenía los medios suficientes para solventar sus cuidados.
Tras la muerte de su suegra, siguió visitando el lugar porque, según indicó al diario New York Times, quería retratar en fotografías ese lugar donde su familia encontró amor y el refugio.
La fotógrafa se conmovió por la ternura de las dominicas con los moribundos. Vio como pintaban las uñas de las mujeres, les cepillaban el cabello, vestían a los enfermos y les ponían flores.