Cada 1 de junio la Iglesia celebra a San Justino, filósofo, teólogo y mártir, a quien el Papa Benedicto XVI llamó "el más importante entre los Padres apologistas del siglo II".
San Justino, inicialmente pagano, dedicó su vida al saber y a la búsqueda de la verdad. Precisamente en ese esfuerzo descubrió la fe y la necesidad de dar razón de ella. Llegó a ser un eximio filósofo cuyo talento fue puesto al servicio de la doctrina cristiana.
Una vez convertido a la causa de Cristo, Justino se dedicó a defender las verdades reveladas por Dios haciendo uso de las herramientas conceptuales con las que nos provee la razón. Persuadido por la Verdad que viene de lo alto, se comprometió a tal punto con Cristo que no dudó en entregar su vida en el martirio.
Buscador de la verdad, servidor de la Verdad
San Justino nació alrededor del año 100, en la antigua región de Siquem, en Samaria. Sus padres fueron paganos de origen griego y le otorgaron una educación privilegiada en Filosofía y Letras, lo que le permitió, llegado el momento, aproximarse al cristianismo con profundidad y reverencia.
Un día, mientras meditaba acerca de Dios, se le acercó un sabio anciano que le recomendó estudiar la religión cristiana a través de la Escritura, “porque es la única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha”, le dijo.