MANILA,
El presidente electo de Filipinas, Rodrigo Duterte, calificó recientemente como corruptos e "hijos de p***as" a los obispos del país, por recurrir supuestamente a favores de los políticos.
En conferencia de prensa el 20 de mayo, el presidente electo calificó a la Iglesia Católica como "la institución más hipócrita", e insultó a los obispos filipinos: "ustedes hijos de p***as, ¿no están avergonzados? Piden tantos favores, incluso a mí".
Se estima que más del 80% de los 102 millones de filipinos son parte de la Iglesia Católica.
A pocos días de que el parlamento filipino confirme su elección, las cifras preliminares apuntan a que Duterte ganó las elecciones por un amplio margen.
Duterte, actualmente alcalde de Davao, al sur de Filipinas, ha construido su imagen política como un gobernante de mano dura desde que asumiera por primera vez ese cargo, en 1988.
Apodado "el castigador" por la revista estadounidense Time, Duterte pacificó Davao –conocida en las décadas de 1970 y 1980 como la capital criminal del país– con medidas drásticas, que incluyeron, según diversas organizaciones de derechos humanos, permitir el accionar de grupos de exterminio.