VATICANO,
El Espíritu Santo es "una inmensa cascada de gracia". "Quien se sumerge con fe en este misterio de regeneración renace a la plenitud de la vida filial", dijo el Papa Francisco en la homilía de la Santa Misa de Pentecostés.
En la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Pontífice se centró en hablar de la filiación de todo hombre como hijo de Dios, y aseguró que Jesús tuvo, culminada por el Espíritu Santo, esta misión: "restablecer nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado; apartarnos de la condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos".
Francisco, en recuerdo de lo que dice San Pablo, destacó que "la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo".
"El Espíritu es dado por el Padre y nos conduce al Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que regenera, en la cual la paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del Espíritu, nos libra de la orfandad en la que hemos caído".
El Santo Padre reconoció que "también en nuestro tiempo se constatan diferentes signos de nuestra condición de huérfanos: esa soledad interior que percibimos incluso en medio de la muchedumbre, y que a veces puede llegar a ser tristeza existencial".