Otro caso más controvertido ocurrió en la década de 1970 y principios de 1980 en Akita, Japón, donde la Hna. Agnes Sasagawa de las Siervas de la Eucaristía afirmó haber recibido 101 mensajes que emanaban de una estatua de madera de María que lloraba y sangraba.
Las pruebas realizadas tanto por expertos cristianos y no cristianos, arrojaron que la sangre era de tipo B y el sudor y lágrimas de tipo AB. La afirmación de la religiosa, que incluían los mensajes, se rechazaron inicialmente por parte de su Arzobispo, pero luego aceptadas por el Obispo local de Niigata, Mons. John Shojiro Ito, quien el 22 de abril de 1984, después de años de extensa investigación, declaró el origen sobrenatural de las lágrimas y autorizó la veneración de la Santa Madre de Akita. No existe un pronunciamiento oficial del Vaticano sobre este asunto.
O'Neill explicó también que a diferencia de las apariciones marianas, donde la Virgen se muestra a un miembro de los fieles con un mensaje, las imágenes que lloran requieren que los fieles busquen sus propias interpretaciones del milagro.
"Las estatuas que lloran por lo general causan un gran revuelo e inspiran a las personas a reflexionar sobre el significado de este fenómeno", agregó.
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Mientras se espera el resultado de las investigaciones oficiales del Vaticano, O'Neill señaló que los fieles pueden rezar y reflexionar sobre las lágrimas como un símbolo de sufrimiento.
"Como en todos los milagros, el propósito es sin duda atraer a las personas más cerca de Cristo. Al considerar la imagen de las lágrimas de la Madre Dolorosa, es sensato reflexionar sobre el sufrimiento y la muerte de Jesucristo, así como en nuestros propios pecados. Estos prodigios pueden fomentar la introspección en todos nosotros y nos pueden llevar hacia una conversión de corazón".
Traducido y adaptado por Bárbara Bustamante. Publicado originalmente en CNA.
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