MADRID,
En su última carta semanal, el Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, habla sobre la fiesta de Pentecostés que "lleva a cumplimiento la acción redentora de Cristo", que prometió enviar "el Espíritu Santo desde el seno del Padre para que nos acompañe como abogado en nuestro peregrinar hasta el Cielo y en la transformación del mundo presente".
Esta fiesta de Pentecostés se celebra cincuenta días después de la Resurrección y a los diez días de la ascensión de Jesús al Cielo. Según explicó Mons. Fernández, esta fiesta "es ocasión propicia para tomar conciencia de pertenencia a una familia en la que todos tenemos una misión encomendada, para el servicio común del Cuerpo de Cristo".
Una fiesta en la que queda subrayada la acción apostólica de los laicos en el mundo, el mandato misionero de Cristo, que en Pentecostés adquiere todo su vigor para llevar a cabo "la preciosa misión de hacer visible a Jesucristo y su Evangelio en el mundo en el que vive, con el reto permanente de transformar este mundo en un mundo más parecido al proyecto de Dios".
"Un mundo más justo y más fraterno, en un mundo en que los más débiles no son descartados, en un mundo en el que se respeta la creación porque es regalo de Dios para los hombres", subrayó el Obispo de Córdoba.
"La vida cristiana no es una imitación externa de un modelo superhombre, Jesucristo, y por tanto algo inalcanzable, sino que es la vida de Dios en nosotros y Dios quiere vivir su vida en todas y cada una de las personas que vienen a este mundo", señaló el Obispo de Córdoba quien aseguró que "Dios quiere poner su morada en nuestro corazón e ir construyendo desde dentro una personalidad nueva".
Según explicó el Prelado, es el Bautismo el que nos sumerge en la vida de Cristo y "nos hace renacer con Él a otra vida, la de hijos de Dios", algo que es la "obra del Espíritu Santo en nuestras almas".