VATICANO,
El Papa Francisco celebró una nueva Audiencia General en la Plaza de San Pedro del Vaticano y explicó que el amor de Dios llega a todos los pecadores y no juzga por las apariencias, sino que ama con sinceridad.
De nuevo, el Santo Padre dedicó la catequesis a un aspecto de la misericordia de Dios, en esta ocasión con un comentario al pasaje del Evangelio de San Lucas en el que se narra cómo Jesús es acogido por un fariseo. "Este había querido invitar a Jesús a su casa porque había escuchado hablar bien de Él como de un gran profeta", explicó Francisco.
"Mientras se encuentran sentados en el almuerzo, entra una mujer conocida por todos en la ciudad por ser una pecadora. Ésta, sin decir una palabra, se pone a los pies de Jesús y rompe a llorar; sus lágrimas bañan los pies de Jesús y ella los lava con sus cabellos, después los besa y le unge con óleo perfumado que ha llevado consigo".
El Papa subrayó la diferencia entre la mujer y Simón: "mientras el primero juzga a los otros en base a las apariencias, la segunda con sus gestos expresa con sinceridad su corazón".
"El fariseo no concibe que Jesús se deje 'contaminar' por los pecadores", sino que "piensa que si fuese realmente un profeta debería reconocerlo y tenerlo lejano para no ser manchado, como si fuese un leproso".