Hoy, 21 de abril, la Iglesia celebra el Cuarto Domingo de Pascua, tradicionalmente conocido como el Domingo del Buen Pastor.
Han pasado ya tres semanas desde el Domingo de Resurrección y hoy la Iglesia nos invita a volver sobre la persona de Jesús, a quien el Evangelio presenta “como el verdadero pastor, que defiende, conoce y ama a sus ovejas” (Papa Francisco).
Meditar en Jesús, el Buen Pastor, es reconocerlo como el centro y razón de ser de la Pascua -‘cincuentena’ y al mismo tiempo “un solo día” que prefigura la eternidad pues la muerte ya no tiene más poder sobre los redimidos-. Sigamos, pues, con el ánimo al tope durante el resto del Tiempo Pascual. Compartamos el gozo de la resurrección del Señor con quien tengamos cerca. Que a cada día no le falte un ¡Aleluya!
IV Domingo de Pascua
La lectura del Evangelio está tomada del relato de San Juan (Jn 10, 11-18) quien recoge el discurso de Jesús, quien se presenta como el buen pastor que da la vida por sus ovejas. La analogía que ha escogido el Señor ilustra su vínculo con quienes lo siguen, semejante al que Él tiene con el Padre: confianza que brota del amor infinito.
Jesús pronunciará un discurso en el que se revela como el pastor que defiende, conoce y ama a sus ovejas, a tal punto que es capaz de entregar la vida por ellas. En eso se distingue del “pastor asalariado” a quien las ovejas no le importan sino la paga. Si algo amenaza a las ovejas, Él las defenderá con su vida. Y ellas conocen a su pastor, como el pastor las conoce a ellas; de la misma manera como el Padre conoce al Hijo, y el hijo al Padre. El Señor es el pastor que habrá de unir al redil y hará de este un solo rebaño. Finalmente Jesús recuerda que su vida es don que el Padre entrega con amor y libertad. Y así como la entrega, tiene el poder para recuperarla.