Hoy es el Tercer Domingo de Pascua 2025

Tercer Domingo de Pascua 2025 null/ Tercer Domingo de Pascua 2025 / ACI Prensa

Hoy, 4 de mayo, la Iglesia celebra el Tercer Domingo de Pascua. Han pasado ya dos semanas desde el Domingo de Resurrección -el mayor de todos los domingos- y seguimos adentrándonos, paso a paso, en el tiempo litúrgico más importante del año: el Tiempo Pascual.

La Pascua es la gran celebración de la resurrección del Señor de entre los muertos. Esta celebración, que se prolonga durante cincuenta días, sigue siendo para la Iglesia como “un solo día”. Esta es una dinámica espiritual muy semejante a la que acabamos de vivir durante la octava de Pascua, y que ahora ha de prolongarse pasando por la Ascensión del Señor hasta el domingo de Pentecostés.

El Tiempo Pascual es un periodo especial en el que los cristianos estamos invitados a vivir la alegría glorificada por la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte. Este gozo ha de expresarse frecuentemente a través de la aclamación ¡Aleluya!, muy presente en la liturgia, y que debemos hacer resonar en el día a día.

III Domingo de Pascua

La lectura del Evangelio está tomada del relato de San Juan, quien narra los eventos sucedidos junto al lago de Tiberíades (Jn 21, 1-19).

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, Natanael, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos más. Habían salido juntos a pescar –el grupo, tras la muerte de Jesús, estaba de vuelta a su antiguo oficio– siguiendo a Pedro. Las horas pasaban y las redes estaban vacías. De pronto, se apareció Jesús en la orilla y les preguntó cómo iba la pesca. Ellos respondieron que mal, y entonces Jesús les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron y pescaron tanto que las redes estaban a punto de romperse. El prodigio les abrió los ojos a Juan que reconoció a Jesús y exclamó: “Es el Señor”. Entonces, Pedro, emocionado, se lanzó al agua y nadó hasta la orilla. El resto de discípulos llegó después, empujando la barca. Jesús se sienta a compartir el alimento con ellos y confirma el amor de Pedro, el Apóstol, tres veces, una por cada vez que lo negó.

En torno a la lectura del Evangelio de hoy y, en específico, sobre el diálogo entre Jesús y Pedro, enseñaba el Papa Benedicto XVI:

«La primera vez, Jesús pregunta a Pedro: "Simón..., ¿me amas" (agapâs-me) con este amor total e incondicional? (cf. Jn 21, 15). Antes de la experiencia de la traición, el Apóstol ciertamente habría dicho: "Te amo (agapô-se) incondicionalmente". Ahora que ha experimentado la amarga tristeza de la infidelidad, el drama de su propia debilidad, dice con humildad: "Señor, te quiero (filô-se)", es decir, "te amo con mi pobre amor humano". Cristo insiste: "Simón, ¿me amas con este amor total que yo quiero?". Y Pedro repite la respuesta de su humilde amor humano: "Kyrie, filô-se", "Señor, te quiero como sé querer". La tercera vez, Jesús sólo dice a Simón: "Fileîs-me?", "¿me quieres?". Simón comprende que a Jesús le basta su amor pobre, el único del que es capaz, y sin embargo se entristece porque el Señor se lo ha tenido que decir de ese modo. Por eso le responde: "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero (filô-se)". Parecería que Jesús se ha adaptado a Pedro, en vez de que Pedro se adaptara a Jesús. Precisamente esta adaptación divina da esperanza al discípulo que ha experimentado el sufrimiento de la infidelidad. De aquí nace la confianza, que lo hace capaz de seguirlo hasta el final» (Benedicto XVI).

Evangelio según San Juan (Jn 21, 1-19)

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.

Estaba amaneciendo, cuando Jesús apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados.

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Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: '¿Quién eres?', porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas". Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme".

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