Cada 10 de abril, se recuerda a los siete jóvenes colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios que fueron asesinados en España por los comunistas y anarquistas en los días de la guerra civil española (1936-1939), tras el ‘levantamiento’ del General Francisco Franco (julio de 1936).
Sus nombres eran Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello. Ellos se encontraban estudiando y trabajando en territorio español cuando el conflicto estalló. Habitualmente los religiosos se dedicaban a asistir a personas con enfermedades mentales o en estado de abandono.
Servidores de los enfermos en medio de la guerra civil española
Desde 1934, España padecía una fuerte convulsión política, que incluyó una campaña de hostigamiento contra los católicos. Comunistas, masones y grupos radicales de izquierda se habían convertido en los crueles perseguidores de quienes deseaban vivir libremente su fe cristiana. En pocos meses fueron destruidos más de mil templos católicos en todo el territorio nacional, mientras otros dos mil sufrieron serios daños. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4,100 sacerdotes; 2,300 religiosos; 283 religiosas y miles de laicos.
Entre las cuantiosas víctimas estuvieron estos siete jóvenes de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, llegados a España para perfeccionar sus estudios de enfermería y trabajar con los pacientes internos en el centro médico de Ciempozuelos, cerca de Madrid.
Un día, a fines de julio de 1936, llegaron al sanatorio donde servían los jóvenes ‘hospitalarios’ (Orden de San Juan de Dios) un contingente de hombres enviados por el gobierno comunista español con la orden de detener las labores de cuidado y desalojar a todos los trabajadores. El objetivo era tomar el control de la institución y colocar empleados afines al gobierno marxista (personal sin formación médica ni capacidad para gestionar el recinto). Los jóvenes colombianos fueron tomados prisioneros y llevados a una cárcel de la capital.