REDACCION CENTRAL,
Cada 8 de abril se recuerda a San Dionisio de Corinto, obispo de los primeros siglos de la Iglesia que no debe ser confundido con San Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas.
De acuerdo a los escritos de Eusebio de Cesarea, San Dionisio vivió durante buena parte del siglo II. No se conoce la fecha exacta de su nacimiento, pero se sabe que ya era un hombre maduro hacia el año 171, décimo primero del reinado del emperador romano Marco Aurelio. Dionisio vivió en la ciudad de Corinto, Grecia, llegando a ser obispo de aquella metrópoli, tal y como está registrado en el Martirologio Romano.
Dionisio poseía un admirable conocimiento de la Palabra de Dios, y no sólo se encargó de instruir y guiar a la comunidad eclesial de Corinto sino que veló por sus hermanos obispos de otras ciudades y provincias. Prueba de esto es su repertorio epistolar.
Dinamismo pastoral y trabajo epistolar
Eusebio de Cesarea, en su historia eclesiástica, enumera siete cartas escritas por San Dionisio a las iglesias de Lacedemonia, Atenas, Cnosos, Nicomedia, Gortina, Amastris y Roma. Solo de esta última se conservan algunos fragmentos.
Primero, está la carta dirigida a los lacedemonios, que versa sobre la necesidad de la ortodoxia (rectitud doctrinal) como requisito para vivir en paz y unidad. Luego, está la carta a los atenienses, que es un llamado a vivir la fe y a alejarse de la apostasía. En tercer lugar, está la carta enviada al obispo de Cnosos, Pinito, en la que le hace recomendaciones para que no sea demasiado duro con sus hijos espirituales, quienes eran presa continua de los placeres carnales. También está la carta a los nicodemos, una defensa de la cristiandad contra la herejía marcionita (marcionismo), que planteaba la ruptura entre las enseñanzas de Cristo y el Antiguo Testamento. La quinta carta fue dirigida al obispo Felipe de Gortina, elogiando su firmeza contra las corrientes heréticas. La sexta, dirigida a los cristianos de Amastris, versa sobre el matrimonio, la continencia y el celibato, y da recomendaciones en torno al trato caritativo con los que habían caído en el pecado o el error doctrinal.