El 7 de abril de 2013, un día como hoy, el Papa Francisco tomó posesión como Obispo de Roma en una Misa celebrada en la basílica papal de San Juan de Letrán, Catedral de la Ciudad Eterna.
La Enciclopedia Católica explica que la catedral es la iglesia principal de una diócesis, en la que el obispo tiene su “trono” (cathedra) y cerca de la cual está su residencia.
En la catedral el obispo preside, enseña y dirige el culto para toda la comunidad cristiana. La palabra se deriva del griego kathedra que significa trono o asiento elevado.
A la Misa, celebrada el Segundo Domingo de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia, asistieron el entonces Vicario General de la Diócesis de Roma, Cardenal Agostino Vallini; el también Vicario Emérito y expresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Camillo Ruini; los obispos auxiliares, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos.
En su homilía, el Papa Francisco hizo una profunda reflexión sobre la parábola del Hijo Pródigo, a la que llamó “parábola del Padre misericordioso”.
“A mí me produce siempre una gran impresión releer la parábola del Padre misericordioso, me impresiona porque me infunde siempre una gran esperanza”, dijo el Pontífice.