VATICANO,
No es lo mismo la "armonía" que procede del Espíritu Santo que la "tranquilidad" y esta armonía es destruída por la avaricia y el amor al dinero. Este es el tema sobre el que reflexionó esta mañana el Papa Francisco en la Misa que presidió en la Casa Santa Marta en el Vaticano.
"Nosotros podemos hacer acuerdos, una cierta paz… pero la armonía es una gracia interior que solo puede hacerla el Espíritu Santo", dijo Francisco al comentar las lecturas de la liturgia del día y en referencia a los primeros cristianos. "Estas comunidades vivían en armonía", agregó.
"Los signos de la armonía son dos: ninguno tiene necesidad, es decir, todo lo tenían en común", puesto que "tenían un solo corazón, una sola alma y ninguno consideraba propiedad suya aquello que le pertenecía, sino que entre ellos todo lo tenían en común".
Por eso, "entre ellos no había ningún necesitados. La verdadera 'armonía' del Espíritu Santo tiene una relación muy fuerte con el dinero: el dinero es el enemigo de la armonía, el dinero es egoísta. Y por eso, el signo que da y que todos daban para que no hubiera ningún necesitado".
Francisco puso algunos ejemplos de cómo en los Hechos de los Apóstoles vendían sus propiedades y se lo daban a los demás.
Pero el Papa también mencionó otro episodio en el que sucede lo contrario: el matrimonio de Ananías y Safira, quienes fingen dar lo que ganan de la venta de un campo, pero en realidad se quedan para ellos una pequeña parte del dinero. Esta elección –recordó el Papa–tendrá para ellos un precio amargo, la misma muerte.