VATICANO,
En la primera Audiencia General de este tiempo pascual, el Papa Francisco recordó que "Dios es más grande que nuestro pecado y su amor es un océano en el que sumergirnos". Por eso, pidió repetir a todos los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que "¡Dios es más grande que nuestro pecado!
Por tanto, "quien caiga, que se levante. Si caes por debilidad en el pecado tiende tu mano y el Señor te tirará hacia arriba. ¡Ésta es la dignidad del perdón de Dios! Dios ha creado al hombre y la mujer para hacerles estar en pie, no en el pecado", dijo.
Francisco terminó hoy las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento meditando sobre el salmo 51, conocido como "Miserere". "Se trata de una oración penitencial en el que la petición de perdón está precedida de la confesión de la culpa en la que el orante, dejándose purificar por el amor del Señor, se transforma en una nueva criatura, capaz de obedecer, de tener firmeza de espíritu y de alabanza sincera".
"El salmista se confía en la bondad de Dios, saber que el perdón divino es sumamente eficaz, porque crea aquello que dice. No esconde el pecado, sino que lo destruye o lo borra, desde la raíz, lo borra desde la base, sin dejar huella alguna".
El Papa afirmó que "quien reza con este salmo está invitado a tener los mismos sentimientos de arrepentimiento y confianza en Dios que tuvo David cuando se volvió, y siendo rey, se humilló sin tener temor de confesar la culpa y mostrar la propia miseria al Señor, convencido de la certeza de su misericordia". Y esto no era algo pequeño, sino que "¡había cometido un adulterio y un asesinato!", explicó.
El salmo "es un sentido llamado a Dios, el único que puede liberar del pecado" y en él se manifiesta "la verdadera necesidad del hombre, lo único de lo que tenemos de verdad necesidad en nuestra vida es la de ser perdonados, liberados del mal y de sus consecuencias de muerte".