El próximo 7 de abril, Segundo Domingo de Pascua, la Iglesia celebra el Domingo de la Divina Misericordia.
Durante el jubileo del año 2000, el Papa San Juan Pablo II estableció para toda la Iglesia que el domingo siguiente al Domingo de Resurrección -último día de la Octava de Pascua- sea denominado Domingo de la Misericordia Divina.
El Santo Padre deseaba que dicho domingo esté dedicado de manera especial a que los fieles consideren con gratitud el don de la misericordia divina, por la que recibimos el perdón una y otra vez, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo. Aquel ya lejano Segundo Domingo de Pascua del año 2000 fue el elegido para la canonización de Santa Faustina Kowalska (1905-1938), compatriota del Papa polaco y -como la llamó Benedicto XVI- ‘mensajera de Jesús misericordioso’.
"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia" (Sal 118, 1)
En el Cenáculo, Cristo resucitado anuncia que la misericordia divina es don para todos y le confía a los Apóstoles el ministerio de administrarla: el perdón y la reconciliación para quien esté arrepentido:
"Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. (...) Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos" (Jn 20, 21-23).