SANTIAGO,
"¡Habrá escombros materiales, pero la Iglesia sigue viva!", exclamó Mons. Francisco Javier Stegmeier, Obispo de Villarrica, ante los más de 600 fieles que asistieron a la Misa de Domingo de Ramos en el lugar donde antes se encontraba el Santuario San Sebastián de Vilcún en el sur de Chile, incendiado y destruido la madrugada del 8 de marzo.
"Más que buscar nosotros culpables o que se condene a quien es responsable, queremos que se establezca una cultura de la paz, el diálogo, del entendimiento, y si hay cosas que resolver, de injusticias del pasado, hay que tratarlas por caminos de diálogo, y no por violencia", afirmó el Obispo.
El incendio que destruyó la iglesia de San Sebastián logró ser apagado por varias compañías de bomberos quienes encontraron un lienzo con consignas alusivas al conflicto mapuche.
"Fue un atentado cobarde, deleznable, terrorista. Atentar contra la Iglesia es lo último que se puede esperar de la miseria del hombre", expresó a un medio local Cristian Rodríguez, uno de los fieles que asistieron a la Misa donde se rezó por la reconstrucción del templo.
"Las víctimas son los fieles, más que nosotros, como institución", reflexionó.