Cada año, previo a la Misa del Domingo de Ramos, los fieles participan de la procesión y bendición de las palmas con las que se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Esta tradición se basa en los relatos evangélicos, como el San Juan, quien narra que “al enterarse la muchedumbre que había llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor y el Rey de Israel!’”.
Si bien en ese momento la toma de las palmas fue un acto espontáneo, en la actualidad para que los fieles las obtengan se requiere de un proceso que va desde la siembra y cosecha hasta, en varios casos, de la elaboración artística de los diferentes diseños que se venden fuera de las iglesias.
En todo el mundo, se estima que existen unas 2600 especies de palmas. La planta de la que se obtienen las hojas para el Domingo de Ramos se llama palma de cera (Ceroxylon quindiuense) y suele crecer en climas tropicales o subtropicales.
Para obtener las hojas de palma, el proceso previo puede demorar hasta un año, y antiguamente, debido a las distancias, las iglesias atravesaban dificultades para conseguirlas, por lo que las sustituían por plantas locales, como el olivo o el sauce.
En países como Estados Unidos y Canadá hay actualmente empresarios que se dedican a cosecharlas de manera sostenible: uno de ellos es Peter Munley.