VATICANO,
El Papa Francisco recomendó esta mañana mirar a Cristo crucificado para conocer "la historia de amor" que Dios ha hecho con cada uno.
"Ésta es la historia de nuestra redención, ésta es la historia del amor de Dios. Y añadió que si queremos conocer el amor de Dios, debemos mirar al Crucificado: un hombre torturado", un Dios "vaciado de la divinidad", "ensuciado" por el pecado". Pero un Dios que aniquilándose destruye para siempre el verdadero nombre del mal, aquel que el Apocalipsis llama la serpiente antigua".
El Pontífice añadió luego: "el pecado es la obra de Satanás y Jesús vence a Satanás 'haciéndose pecado' y desde allí nos levanta a todos nosotros. El Crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con tantas piedras preciosas, como vemos: el Crucifijo es el Misterio del 'aniquilamiento' de Dios, por amor. Y aquella serpiente que profetiza en el desierto la salvación: elevada y quien la mira es curado. Y esto no ha sido hecho con la varita mágica de un Dios que hace las cosas: ¡no! ¡Ha sido hecho con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo!".
En la homilía de la Misa que presidió en la Casa Santa Marta, el Santo Padre habló de la historia de la salvación que relata la Biblia y que tiene que ver con una serpiente: primero es nombrado en el Génesis y por última vez en el Apocalipsis. Un animal que, en la Escritura, es símbolo poderoso de condenación y, misteriosamente de redención, explicó.
Para explicar el misterio de la serpiente, el Pontífice relacionó la Lectura tomada del Libro de los Números con el pasaje del Evangelio de Juan. La primera narra el paso del pueblo de Israel que, cansado de vagar por el desierto con poco alimento, protesta contra Dios y contra Moisés. También aquí son protagonistas, dos veces, las serpientes. Las primeras enviadas por el cielo contra el pueblo infiel, que siembran miedo y muerte hasta que la gente implora a Moisés que pida perdón. Y la segunda, reptil singular que llegados a ese punto entra en la escena.
"Dios dice a Moisés: 'Haz una serpiente y ponla sobre un asta (la serpiente de bronce). Quien habrá sido mordido y la mirará, permanecerá con vida'. Es misterioso: el Señor no hace morir a las serpientes, las deja. Pero si una de éstas hace mal a una persona, miras a aquella serpiente de bronce y te curarás. Levantar a la serpiente", dijo Francisco.