Cada 1 de marzo la Iglesia recuerda a San Albino de Angers, obispo francés del siglo VI, uno de los personajes más influyentes en la reforma moral de la sociedad francesa de su tiempo.
Hombre de oración
Albino nació en el año 496 en Vannes (Bretaña, Francia). Noble de cuna, renunció a su título y herencia para vivir enteramente para Dios como monje. Ingresó al monasterio de Tincillac, que se regía de acuerdo a la Regla de San Agustín. Allí, a los 35 años, se convirtió en abad (superior del monasterio), permaneciendo en el cargo hasta el año 529, cuando fue elegido obispo de Angers.
Hombre de acción
San Albino ocupó la sede de Angers entre los años 529 y 550.
Como un buen pastor, guió con celo a su grey, siempre a la guarda de las buenas costumbres y la virtud. Quizás esto le granjeó cierta fama de severo o rígido, pero de ninguna manera de obispo carente de humanidad; todo lo contrario.