ROMA,
El Papa Francisco envió un obsequio particular al Líbano para un amigo muy especial: Un obispo ermitaño.
Se trata de Mons. Charbel Georges Merhi, un obispo emérito que estuvo durante 23 años como cabeza de la diócesis de San Charbel de los maronitas (católicos de rito oriental en el Líbano) en Buenos Aires, Argentina.
Durante ese tiempo conoció al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio. Ahora vive en una ermita en el convento de Nuestra Señora de Tamiche, ubicado entre las ciudades de Beirut y Jounieh.
¿Qué hace ahí? Vive en soledad y en constante oración, come una vez al día y se comunica con sus hijos espirituales a través de Internet.
El Santo Padre le envió por medio del Cardenal Bechara Boutros Rai, Patriarca maronita, un rosario, la bula del Jubileo de la Misericordia "misericordiae vultus" y la petición de que ore por él.
Según explicó a la agencia vaticana Fides el Obispo Francois Eid, Procurador Patriarcal Maronita ante la Santa Sede, la práctica de los "obispos ermitaños" es una tradición en la Iglesia maronita y está inspirada en la vida de San Marón: cuando los obispos terminan su ministerio pastoral se retiran a una ermita para estar a solas con Dios.