17 de noviembre de 2024 Donar
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El Papa Francisco no ha admitido el uso de anticonceptivos para evitar el zika

Foto L'Osservatore Romano

Aunque diversos medios de comunicación han difundido informaciones según las cuales el Papa Francisco habría admitido el uso de anticonceptivos ante el virus del zika, una mirada con detenimiento a sus declaraciones permite comprender mejor lo que dijo en la rueda de prensa que concedió en el avión que lo llevó de México a Roma.

El Santo Padre se refirió al tema del zika y la emergencia sanitaria actual y resaltó que "el aborto no es un mal menor: es un crimen. Es echar fuera a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia. Es un crimen, es un mal absoluto".

Francisco recordó luego que años atrás "Pablo VI, el grande, en una situación difícil en África permitió a las monjas usar anticonceptivos para casos en los que fueron violentadas" y que "evitar el embarazo no es un mal absoluto. En ciertos casos, como en este, como en el que he nombrado de Pablo VI, era claro".

[Puede leer aquí la respuesta completa del Papa Francisco sobre este tema]

Al respecto, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, dijo a ACI Stampa –agencia en italiano del Grupo ACI– que "el Papa ha distinguido fuertemente entre el aborto, un crimen, y la anticoncepción. Recordando el ejemplo de Pablo VI, ha evidenciado que en casos de particular gravedad una práctica, obviamente no abortiva, puede ser considerada".

Sobre el tema, la Dra. Melissa Moschella, profesora de filosofía de la Catholic University of America (Estados Unidos) explicó que cuando se ha referido a evitar el embarazo en caso de zika, el Papa no necesariamente ha implicado los anticonceptivos sino que puede haberse referido a la regulación natural de la fertilidad.

Normalmente, si una pareja de esposos experimenta una razón grave para evitar el embarazo, la Iglesia enseña que se puede hacer a través de la regulación natural de la fertilidad, un proceso que involucra la identificación de los periodos fértiles y la abstinencia de relaciones sexuales.

Moschella dijo además que en el caso africano al que se refirió el Papa, la dispensa para las monjas "no era realmente una excepción si es que se entiende la regla".

El caso en cuestión ocurrió a inicios de los 60's, cuando el Vaticano otorgó una dispensa a unas monjas en el Congo belga, para que tomaran anticonceptivos orales, dado que corrían el peligro de ser violadas ante la violencia de entonces.

"En caso de violación, la persona que la sufre –desde la perspectiva moral– no se ha involucrado en una relación sexual" ya que el abuso es "una violación del cuerpo de la mujer sin su libre albedrío o aceptación de su parte".

"En ese sentido –continuó– el semen que se introdujo como resultado de la violación es una intrusión ajena, no aceptada y no permitida voluntariamente en el cuerpo de la mujer. Entonces es una intrusión violenta".

Para entender la distinción, dijo luego, se debe entender primero el propósito de la sexualidad humana y por qué la Iglesia se opone a la anticoncepción.

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"Lo que el sexo significa, desde la perspectiva católica, es que una persona se dona total y completamente a otra en un tipo de relación que se realiza en tener y procrear hijos juntos", explica.

"Y si se hace mientras se previene intencionalmente la fertilidad, de algún modo así se contradice lo que uno está haciendo con el cuerpo. Es como si se asintiera para decir 'sí' con la cabeza mientras uno piensa 'no'. Es como mentir con el lenguaje del cuerpo".

Como resultado, la anticoncepción es inmoral porque viola la misma naturaleza del sexo, teniendo relaciones sexuales sin la posibilidad natural del embarazo.

"Pero esta situación –precisa Moschella– no ocurre cuando hay una violación. En caso de violación, no hay sexo voluntario de parte de la mujer".

Como resultado, la anticoncepción se vería no como una medida anticonceptiva inmoral que busca separar el aspecto unitivo del aspecto procreativo del sexo sino como parte de un acto de autodefensa en el que la mujer busca resistir a la situación.

Esto también explica por qué algunas acciones –como el uso de espermicidas o los intentos de demorar la ovulación si no ha ocurrido ya– pueden ser aceptables incluso en casos de violación, siempre y cuando no involucren el riesgo de matar a un embrión humano ya formado.

Todo esto, precisó la experta, "es muy diferente" a la situación que rodea al virus del zika.

"En el caso del virus del zika, estamos hablando de mujeres que voluntariamente han tenido relaciones sexuales y que luego usan anticonceptivos para prevenir que esas relaciones sexuales sean fértiles. Y eso contradice el significado del acto sexual, y eso involucra una falta de integridad que es dañina para la persona y para la relación", concluye la experta de la Catholic University of America.

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