MADRID,
Gwen Hartley es madre de tres niños dos de los cuales –Claire y Lola– tienen microcefalia. A pesar de que reconoce que el día a día es complicado y difícil, asegura que cada uno de sus hijos es "una bendición". No hay ningún motivo para que se le tenga pena a su familia. "Hay momentos duros, pero nunca duran demasiado porque tenemos mucho más por lo que estar felices. Cada día con nuestras hijas es un regalo y cada día rezo para que estén con nosotros más tiempo".
Su primer hijo, Carl –que ahora tiene 17 años– nació sin complicaciones. Durante el embarazo de su segunda hija, Claire, todas las ecografías mostraban resultados normales. Sin embargo, cuando nació, lo primero que sorprendió a Gwen fue su diminuta cabeza. Aunque el médico no tenía un diagnóstico, sí le dijo a los padres que "algo iba mal".
Después de un tiempo especialmente duro en el que no sabían qué le pasaba a Claire, finalmente le diagnosticaron microcefalia, tetraplejia espástica, parálisis cerebral, epilepsia y discapacidad visual cortical.
El médico también les advirtió que había un 25 por ciento de posibilidades de que si tenían otro hijo tuviera las mismas dolencias.
Según el médico Claire no viviría más de un año. Como su condición era extrema, el doctor pidió a los padres que firmaran un documento en el que se estableciera que si la niña caía gravemente enferma no se le administraría ningún medicamento o reanimación.
Los padres se negaron rotundamente a hacerlo y dijeron que si su hija tenía los días contados, estaría en casa cuidada por su familia. Contra todo pronósticos, Claire cumplió su primer año.