VATICANO,
En una entrevista a Radio Vaticano, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, explicó que el celibato es un gran don de Dios a la Iglesia y no es la causa de los escándalos que protagonizan miembros del clero.
Sobre el celibato subraya que "vivirlo en la sociedad actual" es "menos fácil respecto a otro tiempo". "Antes existían muchas más ayudas por así decir 'externas'. Todo hoy es más complejo. Pero el celibato es un gran don que el Señor ha hecho a la Iglesia, por el que hay que estar profundamente agradecidos, y ciertamente no es eso, en cuanto tal, la causa de los escándalos que involucran a los sacerdotes".
"Causa de ello son la inmadurez y la fragilidad de las personas, su malicia, la escasa formación, la insuficiencia de discernimiento, etc. Uno de los principales esfuerzos por hacer es el de una seria y eficaz educación afectiva, comenzando desde la familia, ayudada por la escuela, y proseguir después con ella en el tiempo de seminario". En definitiva la "maduración del amor hasta su madurez, que es el don de sí y que se puede vivir en plenitud tanto en el matrimonio como en el celibato".
Por otro lado, el Cardenal habla de su papel como Secretario de Estado de la Santa Sede y dice vivirlo "como una gracia" porque –asegura– "es de verdad un don grande del Señor estar cerca al Sucesor de Pedro en la tarea de confirmar a los hermanos en la fe o tenerles en la comunión de la Iglesia". Pero "lo vivo también como una gran responsabilidad, para ser capaz de ofrecer una contribución que sea la más competente y eficaz posible, en un momento difícil y complejo como el que está viviendo la humanidad".
ha hecho un repaso por algunos acontecimientos de su vida y ha hablado de las reformas que está realizando el Papa Francisco. También se ha pronunciado sobre la vocación de los sacerdotes y asegura que "el celibato es un gran don que el Señor ha hecho a la Iglesia".
Sobre la misión y tareas del sacerdote piensa que "siempre son las mismas": llevar a Dios a la gente y llevar a la gente a Dios". "Y no a un Dios cualquiera, sino al Dios de Jesucristo, al Dios del Evangelio".