Cada 22 de diciembre recordamos a Santa Clotilde, la primera matriarca de la corona francesa que logró la conversión de uno de sus reyes, Clodoveo I, su esposo, considerado el gran unificador de los pueblos francos.
Por Clotilde, Francia dio el paso decisivo para constituirse como una nación católica. Santa Clotilde nació alrededor del año 475 en Lyon y murió en el año 545 en Tours.
Víctima de una conspiración por el poder
Según la tradición, Santa Clotilde fue hija del rey de Borgoña, Chilperico II, en tiempos en los que el Imperio romano se hallaba en franca decadencia. Por aquel entonces, la gran mayoría de los territorios de Europa occidental sufrían la embestida de los pueblos bárbaros, mientras otros, como Borgoña, padecían guerras intestinas o disputas por el poder.
El padre de Clotilde, Chilperico, murió asesinado, víctima de una conspiración organizada por Gundebaldo, tío de la santa. Debido a este hecho, santa Clotilde quedó recluida en su castillo. Allí, aislada del mundo exterior, se aferró a Dios en la oración y empezó a esforzarse aún más por agradarle.
Además, a pesar de su encierro, Clotilde se las arregló con la ayuda de sus fieles súbditos para seguir practicando la caridad entre los más necesitados.