ROMA,
El Presidente de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Cardenal Mauro Piacenza, afirmó en su mensaje por el Jubileo de la Misericordia que "el mundo está sediento de esperanza" y los cristianos deben estar dispuestos a brindársela llevando el mensaje de Jesús, pero no solo con palabras, sino "con obras de misericordia".
"La esperanza cristiana es una esperanza activa, es una esperanza llena de cosas que hacer durante la espera: prestar atención y crecer en el amor hacia todos; por ello es como levadura y sal dentro de la masa de este mundo", señaló el Purpurado, que recordó que el 8 de diciembre se inauguró en el Vaticano el Jubileo de la Misericordia con la apertura de la Puerta Santa, que es "la Puerta de la Esperanza, la Puerta de la Confianza en la Divina Misericordia".
En su mensaje, el también Penitenciario Mayor de la Iglesia indicó que si bien el ancla es el símbolo de la esperanza, "existe otra imagen que, en cierta manera, me parece más significativa: pienso en la vela. El ancla sirve para mantener firme el barco en el mar, mientras que la vela sirve para impulsarlo y hacerlo surcar el mar hacia tierra firme. La esperanza es el viento que, al hinchar la vela, nos impulsa".
"Y fue la esperanza la que, en los inicios de la Iglesia, confirió al mensaje cristiano aquella extraordinaria fuerza de expansión que lo llevó, en poco tiempo, hasta los confines de la tierra. También nuestra obra vive totalmente de la esperanza. Cuando, por ejemplo, nos llegan numerosas solicitudes de proyectos, debemos tener la esperanza de que nuestros benefactores nos ayudarán a hacer realidad tantas esperanzas".
"El mundo –afirmó– está sediento de esperanza y presta oído a un mensaje en la medida en que este sabe ofrecerle verdadera esperanza. Nosotros, los cristianos, somos responsables de la esperanza que nos ha sido dada, y debemos estar dispuestos a dar razón de ella, pero no solo mediante la palabra". "Hay muchas cosas sin las cuales se puede vivir, pero no se puede vivir sin esperanza", señaló.
"Tener esperanza, siempre tener esperanza, volver a recuperar la esperanza tras la enésima desilusión, esperar que el día siguiente sea mejor, a pesar de que en tantas ocasiones haya sido peor, absorber todos los aparentes desmentidos como la tierra absorbe la lluvia copiosa: esto es verdaderamente grande y revela la omnipotencia de la gracia divina".