En la semana 23 de gestación, Michael y Angela Bakker, se enteraron con una ecografía que su pequeña Naomi Joy no estaba desarrollándose adecuadamente y ya no crecía en el útero materno.
Distintos médicos le dijeron a la pareja que la bebé moriría en cuestión de tiempo y al menos dos veces les propusieron el aborto como solución.
Les dijeron tenía menos del 1 por ciento de posibilidades de sobrevivir y si lo hacía, corría el riesgo de serias complicaciones como ceguera o sordera. Entonces los Bakker se refugiaron en su fe.
"Nos pusimos de rodillas, y suplicamos. Y dijimos que nos la llevaríamos sin importar como nos la diera. Si era ciega, o lo que sea, sólo queríamos a nuestra bebé", asegura Angela.
"No nos íbamos a deshacer de ella porque no era saludable", dijo Angela, según recoge el sitio web LiveActionNews.org.
A las 25 semanas de gestación, una preeclampsia puso aún en mayor riesgo su vida y la de su madre. Así que el 1 de julio, vía cesárea, nació la pequeña Naomi.