VATICANO,
"¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros que estamos aquí cristianos?", se preguntó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus desde el balcón del estudio pontificio del Palacio Apostólico y ofreciendo después una reflexión sobre lo necesario para que así sea y se de en cada uno la conversión.
"Yo les dejo esta pregunta: yo, de verdad, ¿estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación? Si estoy enamorado debo darlo a conocer".
"Debemos ser valientes: disminuir las montañas del orgullo y de la rivalidad, llenar los hoyos cavados de la indiferencia y de la apatía, enderezar los caminos de nuestra pereza y de nuestros compromisos·, señaló.
El Papa se preguntó también: "¿Por qué debemos convertirnos?". "Así pensando, no nos damos cuenta de que es propio de esta presunción que debemos convertirnos: de la suposición que, todo sumado, va bien así y no tenemos necesidad de conversión alguna", señaló.
El Pontífice pidió a los fieles que se preguntaran: "¿Es verdad que en las diversas situaciones y circunstancias de la vida tenemos en nosotros los mismos sentimientos de Jesús? Por ejemplo, cuando sufrimos algún mal o cualquier afrenta, ¿conseguimos reaccionar sin animosidad y perdonar de corazón a quien nos pide excusas? ¡Qué difícil es perdonar! '¡Me la pagarás!', esa palabra viene de dentro".
"Cuando somos llamados a compartir alegrías o dolores, ¿sabemos sinceramente llorar con quien llora y alegrarnos con quien se alegra? Cuando debemos expresas nuestra fe, ¿sabemos hacerlo con coraje y simplicidad, sin avergonzarnos del Evangelio?". "Y así podríamos hacernos muchas preguntas. No es suficiente, siempre debemos convertirnos, tener los sentimientos que tenía Jesús".