ROMA,
En la nueva entrevista que ha concedido al semanario italiano Credere (Creer) en ocasión del próximo inicio del Jubileo de la Misericordia el 8 de diciembre, el Papa Francisco recordó cómo es que el Señor lo llamó al sacerdocio en un confesionario.
"Me acuerdo –lo he dicho ya muchas veces– de cuando el Señor me ha mirado con misericordia. He tenido siempre la sensación de que tenía cuidado de mi de un modo especial, pero el momento más significativo se verificó el 21 de septiembre de 1953, cuando tenía 17 años".
Ese día, relata el Santo Padre, era "la fiesta de la primavera y del estudiante en Argentina, y la habría celebrado con los otros estudiantes: yo era católico practicante, iba a la misa del domingo, pero nada más… estaba en Acción Católica, pero no hacía nada, era solo un católico practicante".
"A lo largo de la calle para la estación ferroviaria de Flores, pasaba cerca de la parroquia que frecuentaba y me sentía empujado a entrar: entré y vi venir por un lado a un sacerdote que no conocía. En ese momento no sé qué me sucedió, pero advertí la necesidad de confesarme, en el primer confesionario a la izquierda –mucha gente iba a rezar allí–. Y no sé qué ocurrió que salí distinto, cambiado", relata el Papa.
"Volví a casa con la certeza de tenerme que consagrar al Señor y este sacerdote me acompañó durante casi un año".
Ese sacerdote, afirma Francisco, era "de Corrientes, don Carlos Benito Duarte Ibarra, que vivía en la Casa del Clero de Flores. Tenía leucemia y se estaba curando en el hospital. Murió al año siguiente. Después del funeral lloré amargamente, me sentí totalmente perdido, como con el temor de que Dios me hubiese abandonado".