Cada 1 de diciembre la Iglesia Católica celebra a San Carlos de Foucauld (1858-1916), eremita y místico francés canonizado recientemente por el Papa Francisco.
Foucauld ha sido el inspirador de numerosos movimientos y corrientes espirituales contemporáneas, entre otras razones, gracias a su ejemplo de tenacidad en esa dimensión que nadie debería rehuir: el de la búsqueda espiritual. Y como si esto fuera poco, también dio un provocador testimonio de lo que es el desprendimiento de las seguridades que el mundo de hoy ofrece.
Un místico de los tiempos modernos
Pero ante todo, Foucauld buscó seguir las huellas de Cristo. Lo hizo precisamente en un momento de la historia en el que la sociedad empezaba no sólo a construirse sin Dios, sino contra Dios. Prueba de ello fue su itinerario personal: habiendo crecido rodeado de la nobleza francesa, se convirtió en militar y aventurero, y, tras encontrarse con Dios, abandonó todo para vivir para Él. Así, “Charles” (Carlos) de Foucauld se hizo un místico en los tiempos modernos.
“La fe es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el deseo de la estima de los hombres. Para creer, es necesario humillarse”, escribió alguna vez el santo, dejando en claro cuál era el norte de su existencia.