Y Él comenzó su obra el día que nos miró en el bautismo. El día que nos miró después. Cuando nos dijo si tenes ganas vení conmigo y bueno de ahí nos metimos en fila y comenzamos el camino. Pero el camino lo empezó Él, no nosotros.
En el Evangelio leemos de uno curado que quiso seguir el camino Jesús y le dijo no. En el seguimiento de Jesucristo sea en el sacerdocio, sea en la vida consagrada a Cristo, se entra por la puerta, la puerta es Cristo. Él llama, Él empieza, Él va haciendo el trabajo.
Hay algunos que quieren entrar por la ventana. No sirve eso, Por favor si alguno ve que un compañero o una compañera entró por la ventana, abrácelo y explíquele que es mejor que se vaya y que sirva a Dios en otro lado porque nunca va a llegar a término una obra que no empezó Jesús por la puerta. Y esto nos tiene que llevar a una conciencia de elegidos. Yo fui mirado, yo fui elegido.
Me impresiona el comienzo del capítulo 16 de Ezequiel. "Eras hijo de extranjeros, estabas recién nacido y tirado, Yo pasé, te limpié y te llevé conmigo". Ese es el camino, esa es la obra que el Señor comenzó cuando los miró.
Hay algunos que no saben para qué Dios los llama pero sienten que Dios los llamó. Vayan tranquilos Él les hará comprender para qué los llamó.
Hay otros que quieren seguir al Señor por interés. Acordémonos de la mamá de Santiago y Juan.Señor te quiero pedir que cuando partas la tortas le des la parte más grande a mis dos hijos. Uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Ahí está la tentación de seguir a Jesús por ambición, ambición de dinero, ambición de poder. Todos podemos decir "cuando yo empecé a seguir a Jesús, no se me ocurrió eso, pero a otro se le ocurrió" y poco a poco te lo sembró en el corazón como una cizaña. En la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar ni para la propia ambición, ni para las riquezas, ni para ser una persona importante en el mundo. A Jesús se le sigue hasta el último paso de su vida terrena: la cruz. Después Él se encarga de resucitarte, pero hasta ahí andá vos.