MADRID,
El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal en la que habla de la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, que se celebra el último domingo del año litúrgico que será el próximo 22 de noviembre. En la carta ha recordado que el Reino de Jesucristo no se impone "por la espada, la violencia o la guerra", sino "sólo por el amor".
Esta fiesta hace referencia a su muerte, "donde Cristo aparece como dueño soberano de su entrega en las manos del Padre por amor, a manos de los verdugos que lo crucificaron en nombre de todos los pecadores. Y hace referencia a su resurrección, donde Cristo es rey vencedor de la muerte, del pecado y del demonio".
Sobre los atentados terroristas que tuvieron lugar en París, el Prelado ha explicado que "el cristiano reprueba toda acción violenta. Esa y todas las que suceden en lugares donde no hay teletipos ni televisión que nos lo hagan ver". "En cada una de estas acciones hay ofensa a Dios y a los demás. Nunca se puede matar en nombre de Dios. La persona humana y la vida humana son inviolables, desde su concepción hasta su muerte natural", ha insistido y por eso, anima a pedir en la festividad de Cristo Rey que "su Reino llegue a todos los corazones y transforme los deseos de venganza en amor, la destrucción en cooperación al bien, el sufrimiento en esperanza de gloria".
En ese sentido, Mons. Fernández ha explicado que esta festividad hace referencia "al final de la historia, donde el Reino de Dios llegará a su plenitud, cumplido en la historia, consumado en el cielo, donde Dios lo será todo en todos".
El Prelado recuerda que el Reino de Jesucristo es "de amor y de paz". "Jesucristo no impone su Reino por la espada, por la violencia, por la guerra. Sólo por el amor. Y sólo quien ama se hace capaz de abrirse a este amor que se le ofrece. Él ha sufrido la violencia, pero no ha respondido con violencia", precisa.
También ha recordado que se trata de "una postura típicamente cristiana y exclusivamente cristiana". "El natural humano reacciona a la violencia con violencia y busca imponer su influencia a base de violencia. El amor cristiano no es así. El amor cristiano reacciona siempre amando. Y sólo el amor será capaz de transformar la historia, nunca la violencia ni la imposición, y menos aún la guerra.