REDACCION CENTRAL,
A pocos días de la visita del Papa Francisco al continente africano (Kenia, Uganda y República Centroafricana), del 25 al 30 de noviembre, muchos fieles en ese continente recuerdan la vida y obra de la Beata Irene Stefani, misionera en África que un día escribió como lema "¡Sólo Jesús, todo con Jesús, toda de Jesús, todo para Jesús! ¡Nada para mí".
La Beata Stefani nació en Brescia (Italia), en 1891 en una familia de profunda fe. Fue una niña muy hermosa y desde pequeña mostró una gran sensibilidad por el apostolado entre sus compañeras, familiares y personas mayores. Siempre pensaba en los pobres, ayudaba a los ancianos y cuidaba a los enfermos con trabajos pesados y humildes.
Quería ser misionera pero tuvo que posponer este deseo al morir su madre y hacerse cargo de la educación y catequización de sus hermanos menores. En su familia y parroquia era conocida como "el ángel de los pobres".
En 1911, con 19 años de edad, dejó su tierra y se fue a Turín para unirse al Instituto de las Misioneras de la Consolata, que un año antes había sido fundado por el Beato José Allamano. El fundador la recibió con los brazos abiertos y con el tiempo la Beata Stefani visitó el hábito religioso, tomando el nombre de Irene. El 29 de enero de 1913 hizo su profesión religiosa.
Más adelante partió con mucho entusiasmo para Kenia, donde la evangelización estaba en sus inicios y no existían escuelas ni servicios sanitarios.
Allí tuvo que aprender un idioma nuevo, adaptarse a la cultura y deshacerse de ciertos prejuicios previos. Asimismo, se reafirmó en su lema: "Jesús es el Salvador y vino a salvar también a los hijos de este pueblo".