"La fascinación del agnosticismo es la de una fe encerrada en el subjetivismo, donde interesa únicamente una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que se creen puedan reconfortar e iluminar, pero donde el sujeto en definitiva permanece cerrado en la inmanencia de la propia razón o de sus propios sentimientos".
Francisco indicó que "la diferencia entre la trascendencia cristiana y cualquier forma de espiritualismo agnóstico está en el misterio de la encarnación".
"No poner en práctica, no conducir la Palabra a la realidad, significa construir sobre la arena, permanecer en la pura idea y degenerar en intimidades que no dan fruto, que hacen estéril su dinamismo".
El Pontífice también recordó que "cercanía a la gente y oración son la clave para vivir un humanismo cristiano popular, humilde, generoso, alegre. Si perdemos este contacto con el pueblo fiel de Dios perdemos en humanidad y no vamos a ninguna parte".
Anunciar el Evangelio y cuidar de los pobres
A los obispos les pidió ser pastores y "que esta sea vuestra alegría". "Que nadie os quite la alegría de ser ayudado por vuestro pueblo". "Como pastores no seáis predicadores de complejas doctrinas, sino anunciadores de Cristo, muerto y resucitado por nosotros".
"Apostad por lo esencial, por el kerigma. No hay nada más sólido, profundo y seguro que este anuncio".
El Papa también pidió a la Iglesia italiana que se ocupe de los pobres, "que tienen un puesto privilegiado en el pueblo de Dios y la capacidad de encuentro y de diálogo para favorecer la amistad en vuestras ciudades, buscando el bien común".
"Los pobres conocen bien los sentimientos de Cristo Jesús porque por experiencia conocen a Cristo sufriente".
"Que Dios proteja a la Iglesia italiana de todo poder, de imágenes, de dinero" porque "la pobreza evangélica es creativa, acogedora, ayuda y es rica de esperanza".
Capacidad de dialogar
Francisco les pidió ser capaces de dialogar y "no de negociar". Esto es "buscar el bien común para todos, discutir juntos, pensar en soluciones mejores para todos".
"No existe un humanismo auténtico que no contemple el amor como vehículo entre los seres humanos", destacó.
"No debemos tener miedo del diálogo, es más, el enfrentar opiniones y la propia crítica nos ayuda a preservar la teología de transformarse en ideología".
Francisco afirmó que "la Iglesia también sabe dar una respuesta clara ante las amenazas que emergen en el interior del debate público" y esta es "una de las formas de contribución específica de los creyentes a la construcción de la sociedad común".
"La nación no es un museo, sino una obra colectiva en permanente construcción en la que se debe poner en común las cosas que diferencian, incluidas las pertenencias políticas o religiosas".
Mensaje a los jóvenes
El Pontífice les pidió ser fuertes y superar "la apatía". "Que nadie desprecie vuestra juventud, pero aprended a ser también modelos en el hablar y en el actuar".
Francisco les invitó a ser "constructores de Italia" y ponerse a trabajar "para una Italia mejor".
"No miréis la vida desde el balcón, comprometeos, sumergiros en el amplio diálogo social y político. Las manos de vuestra fe se levantan hacia el cielo, pero lo hacen mientras edifican una ciudad construida sobre las relaciones en las que el amor de Dios es el fundamento. Y así seréis libres de aceptar los desafíos de hoy, de vivir los cambios de época".
El Santo Padre les pidió salir por las calles e ir a las encrucijadas. "A todos aquellos que encontréis llamadlos, ninguno está excluido". "Allá donde vayáis no construyáis nunca muros ni fronteras, sino plazas y hospitales de campaña".
Por último, a los obispos les pidió antes de terminar que "en cada comunidad, en cada parroquia e institución, en cada diócesis" se profundice en la exhortación apostólica Evangelii gaudium (Alegría de la Fe).
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