Cada 5 de noviembre recordamos a Zacarías e Isabel, padres de San Juan Bautista y tíos de Jesús. “Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor”, nos recuerda San Lucas en su Evangelio (Lc 1, 6), dejando en claro que eran miembros fieles del pueblo de Israel, respetuosos de la Ley de Dios.
Esposos bendecidos
La Iglesia Católica los recuerda y venera en virtud al lugar que ambos ocupan en la historia de la salvación. Para empezar, Zacarías e Isabel conforman la segunda pareja de santos esposos de los que da cuenta el Nuevo Testamento, a través de los cuales Dios deja en evidencia que para Él nada es imposible. Los primeros son evidentemente José y María, padres del Señor Jesús.
Según el relato de Lucas, Zacarías pertenecía a la clase sacerdotal de Abías, mientras que Isabel era descendiente de Aarón. Ambos eran de edad avanzada y no habían podido tener hijos porque Isabel era estéril, algo que en el contexto hebreo de la época era motivo de marginación y causa de un dolor inmenso para los esposos.
Zacarías y el ángel
Cierto día, a Zacarías le tocó ingresar al Sancta Sanctorum (la parte más sagrada del tabernáculo y del templo de Jerusalén, al que solo accedían los sacerdotes), para ofrecer la oración. De pronto, un ángel se le apareció y le dijo que su esposa tendría un hijo, al que llamarían Juan. “Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto” (Lc 1, 17), continuó el ángel.