VATICANO,
Con una solemne Misa en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco clausuró el Sínodo de la Familia que desde el pasado 4 de octubre ha reflexionado sobre "La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo".
En su homilía el Pontífice comentó las lecturas de la liturgia del día que "nos presentan la compasión de Dios, su paternidad, que se revela definitivamente en Jesús" y señaló que "sólo el encuentro con Jesús da al hombre la fuerza para afrontar las situaciones más graves". Además advirtió del riesgo de caer en una "espiritualidad del espejismo" y en "habituales de la gracia".
Poniendo como ejemplo al pueblo hebreo deportado a Babilonia, afirmó que esta paternidad "les abrió una vía accesible, una vía de consuelo después de tantas lágrimas y de tantas amarguras".
Por eso, "si el pueblo permanece fiel, si persevera en la búsqueda de Dios también en tierra extranjera, Dios cambiará su prisión por la libertad, su soledad en comunión: aquello que hoy el pueblo siembre con lágrimas, mañana lo recogerá en la alegría".
"El creyente es una persona que ha experimentado la acción salvífica de Dios en la propia vida", dijo.
"Nosotros, Pastores, hemos experimentado qué significa sembrar con dificultad, a veces con lágrimas, y alegrarnos por la gracia de una recogida que siempre va más allá de nuestras fuerzas y de nuestras capacidades".