23 de noviembre de 2024 Donar
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El Papa a Sínodo: Anunciemos el Evangelio y defendamos la familia ante ataques ideológicos

Foto: L'Osservatore Romano

El Papa Francisco concluyó las sesiones de trabajo del Sínodo de la Familia con un discurso en el que  manifestó que "el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas".

En su intervención subrayó de nuevo la indisolubilidad del matrimonio y dijo que el fin del Sínodo significa verdaderamente "caminar juntos" para llevar "a todas las partes del mundo" la "luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios".

El Sínodo de la Familia –que tuvo una duración de tres semanas– concluyó en la tarde de este sábado con la votación de los padres sinodales al documento o Relación final y con el discurso del Papa Francisco.

El Santo Padre se preguntó "¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?". En su respuesta afirmó que ha tratado de iluminar "con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la historia milenaria de la Iglesia" los temas inherentes a la familia.

"Seguramente no significa que se hayan encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia, sino que se han puesto dichas dificultades y dudas a la luz de la fe, se han examinado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra".

Matrimonio hombre-mujer indisoluble

El Papa también explicó que significa "haber instado a todos a comprender la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana".

"Significa haber dado prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con franqueza sobre la familia".

"Significa haber tratado de ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realidades de hoy con los ojos de Dios, para encender e iluminar con la llama de la fe los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad".

Pero también "haber dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere 'adoctrinarlo' en piedras muertas para lanzarlas contra los demás".

Ataques ideológicos

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El Pontífice abordó la diferencia de culturas de los padres sinodales y subrayó que "hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo, para el obispo de otro continente".

"En realidad –indicó– las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado".

El Obispo de Roma manifestó que "el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas".

Uno de los temas presentes estas semanas de reuniones fue el de la misericordia y la bondad de Dios, que el Sínodo ha "tratado de abrazar".

"Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas, de las leyes y de los mandamientos divinos, sino exaltar la grandeza del verdadero Dios que no nos trata según nuestros méritos, ni tampoco conforme a nuestras obras, sino únicamente según la generosidad sin límites de su misericordia".

"En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas".

El Papa también señaló que "el primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor".

Después de recordar unas palabras del beato Pablo VI, de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI relacionado con este punto, subrayó que en estos días de reuniones "hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo".

"Para todos nosotros, la palabra 'familia' no suena lo mismo que antes, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal".

El Papa finalizó su intervención explicando que "para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a 'caminar juntos' para llevar a todas las partes del mundo, a cada diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios".

Antes del discurso del Pontífice, el Cardenal Raymundo Damasceno, Arzobispo de Aparecida (Brasil) realizó una breve intervención en calidad de Presidente Delegado. Le siguió con otra breve intervención el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo.

La última reunión del Sínodo finalizó con la oración del Te Deum (A Ti Dios, en latín), uno de los primeros himnos cristianos, tradicional de acción de gracias.

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