VATICANO,
El Papa Francisco presidió hoy en la Plaza de San Pedro la Misa de Canonización de los beatos Vincenzo Grossi, Maria dell'Immacolata Concezione, Louis Martin y Marie Zélie Guérin, estos últimos padres de Santa Teresita de Lisieux.
En su homilía, el Pontífice comentó las lecturas de la liturgia del día y afirmó que "frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, los discípulos están llamados a hacer lo contrario". Pidió seguir a Jesús a través de la humildad y la cruz y expresó que existe una "incompatibilidad entre las ambiciones, el carrerismo y el seguimiento de Cristo; incompatibilidad entre los honores, el éxito, la fama, los triunfos terrenos y la lógica de Cristo crucificado".
A continuación ofrecemos el texto completo:
Los santos proclamados hoy sirvieron siempre a los hermanos con humildad y caridad extraordinaria, imitando así al divino Maestro.
El profeta Isaías describe la figura del Siervo de Yahveh (53,10-11) y su misión de salvación. Se trata de un personaje que no ostenta una genealogía ilustre, es despreciado, evitado de todos, acostumbrado al sufrimiento. Uno del que no se conocen empresas grandiosas, ni célebres discursos, pero que cumple el plan de Dios con su presencia humilde y silenciosa y con su propio sufrimiento. Su misión, en efecto, se realiza con el sufrimiento, que le ayuda a comprender a los que sufren, a llevar el peso de las culpas de los demás y a expiarlas. La marginación y el sufrimiento del Siervo del Señor hasta la muerte, es tan fecundo que llega a rescatar y salvar a las muchedumbres.
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio (cf. Flp 2,7), son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección.