Cada 15 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santa Teresa de Ávila, Virgen y Doctora de la Iglesia (1515-1582); fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas y reformadora de la vida religiosa. En virtud al nombre que adoptó al consagrarse, también se le conoce como Santa Teresa de Jesús.
Esta valiente mujer impulsó una de las reformas más impresionantes de la historia de las órdenes religiosas: la reforma del Carmelo. Mística y escritora de ascendencia judía es reconocida tanto por su contribución a la espiritualidad católica como a las letras españolas.
Solo Dios basta
“Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza;
quien a Dios tiene nada le falta:
solo Dios basta”.
Estas líneas pertenecen a uno de los poemas de Teresa: de alguna manera, síntesis acabada de la densidad de su obra -todo un itinerario espiritual-, fruto de su profundo amor por el Señor. “Nada te turbe” puede contarse entre las más hermosas plegarias que existen, y es oración de uso común para muchísimos católicos.
Dada su santidad y sus dotes teológicos, Teresa ostenta la condición de ser la primera mujer declarada ‘Doctora de la Iglesia’. Y puede decirse, sin caer en exceso alguno, que fue ella la gran reformadora del siglo XVI.