REDACCION CENTRAL,
A unos 65 kilómetros al norte de Oporto (Portugal) en la aldea de Balazar, apareció en la tierra una extraña cruz que años después estuvo vinculada con la extraordinaria vida de la Beata Alejandrina Da Costa.
Era el jueves del Corpus Christi de 1832 y los fieles que iban a Misa se percataron de la misteriosa cruz cerca a la iglesia.
Por aquel tiempo el párroco de Balazar, P. Leopoldino Mateus, envió una carta al Arzobispo de Braga contándole que “la tierra que mostraba esta cruz era de un color más blanco que la otra, y parecía haber caído el rocío en toda la tierra, menos en el sitio donde estaba la cruz”.
“Pedí que barrieran todo el polvo y la tierra que estaba dispersa en ese lugar y continuó apareciendo como antes en ese mismo sitio, con la misma forma de la cruz. Mandé que le echaran agua en abundancia para que la cruz y la tierra se borraran. Entonces la tierra que mostraba la forma de la cruz tomó un color negro que se conserva hasta el presente”, describió el P. Leopoldino Mateus.
En el lugar de la aparición de la cruz se construyó una capilla, poco a poco fue creciendo la veneración y se empezó a dar cuenta de algunos milagros. Nadie podía entender el porqué se había producido este hecho en Balazar.
El jueves 30 de marzo de 1904 nació en aquella aldea Alejandrina María Da Costa. Cuando tenía 14 años unos hombres ingresaron a su casa con la intención de abusar de ella, su hermana y una amiga. Alejandrina, por defender su pureza, se arrojó por la ventana del segundo piso y quedó paralítica el resto de su vida.