El Papa Francisco se convirtió este jueves en el primer Pontífice en ofrecer un discurso en el Capitolio de Washington D.C. En su histórico mensaje, dirigido a una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado, presentó los retos que considera cruciales afrontar desde Estados Unidos: el extremismo ideológico; la crisis de los refugiados; la situación de los inmigrantes; la abolición de la pena de muerte; la función de los políticos; la necesidad de una economía solidaria y la defensa de la vida y la familia.
Tras reconocer a Estados Unidos como "la tierra de los hombres libres y patria de los valientes", citando el himno nacional, el Papa recordó que este año el país celebra aniversarios de algunos ilustres norteamericanos que "con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo". El Papa se refirió específicamente a Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
1. No a fundamentalismos ni reduccionismos simplistas
El Papa expresó su preocupación por la difícil situación social y política de este tiempo y destacó que "el mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico".
El Santo Padre rechazó cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa y recordó que es necesario "combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar".
Advirtió que "el reduccionismo simplista" divide la realidad en buenos y malos y señaló que "el mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos". La respuesta ante esta realidad, dijo el Santo Padre, debe ser la esperanza, la reconciliación, la paz y la justicia.