LA HABANA,
Con cierta frecuencia, especialmente en las entrevistas que concede, el Papa Francisco habla de la importancia de los abuelos en la sociedad, de la necesidad que existe de escucharlos, de aprender de su sabiduría y de acogerlos.
Esta tarde en el Centro Félix Varela en La Habana, uno de estos jóvenes le dirigió unas sentidas palabras al Papa. Su nombre es Leonardo Fernández y, como el Santo Padre, cuenta que aprendió el celo por hacer apostolado de su abuela, con quien solía salir para evangelizar en las calles de Cuba. Su enérgico testimonio llevó al Papa Francisco a dejar de lado el texto que tenía preparado e improvisar un discurso.
Además de hablar de la importancia de los ancianos, el Papa Francisco recuerda también a veces a su abuela, de quien aprendió muchas cosas como la oración: "la que me enseñó a rezar fue mi abuela. Ella me enseñó mucho en la fe y me contaba las historias de los santos", ha dicho el Santo Padre en alguna ocasión.
Fernández, explicó el vocero del Vaticano, P. Federico Lombardi, es hijo de un padre comunista y de una madre católica. Su padre recientemente aceptó casarse por la Iglesia. Ahora el muchacho estudia el último año de la carrera de historia en la universidad y tuvo la oportunidad de dirigirse al Pontífice en representación de la juventud cubana.
"Querido Papa Francisco: Aquí hoy estamos los jóvenes cubanos. Somos muchachos y muchachas de líos profundos (…) a veces perdemos la fe (pero) a pesar de todos estos problemas, sabemos superarlos", dijo Leonardo al comenzar su intervención.
El muchacho resaltó luego la variedad de personas presentes, incluso no creyentes, y resaltó que a pesar de las diferencias "lo que nos une es la esperanza de un futuro de cambios profundos para Cuba, donde nuestro país sea un hogar que acoja a todos sus hijos, piensen como piensen y estén donde estén".