Cada 20 de septiembre la Iglesia celebra a San Andrés Kim, primer sacerdote católico coreano, martirizado a causa de la fe en 1846.
Signo de contradicción
San Andrés Kim Taegon nació en Solmoe (hoy Corea del Sur) en 1821, en el seno de una familia yangban; esto es, perteneciente a la nobleza y, por lo tanto, parte de la clase gobernante del país.
De pequeño, Andrés fue víctima de la intolerancia. Junto a sus padres tuvo que trasladarse a Kolbaemasil (provincia de Gyeonggi), en el intento de huir de la persecución que los grandes señores del país habían organizado contra los cristianos, nacionales y extranjeros. La sociedad coreana era en su gran mayoría confucionista, y marcadamente enemiga de todo tipo de influencia foránea, especialmente la que ejercía la Iglesia Católica.
Heredero de un mártir
El padre de Andrés, San Ignacio Kim, era un converso al catolicismo que hizo de su familia y su hogar una “pequeña iglesia”. En esta, otros cristianos pudieron encontrar apoyo y refugio espiritual. San Ignacio Kim moriría mártir en 1839, víctima del odio contra los católicos.