Sobre la amistad social, una joven de New York expresó su preocupación sobre la falta de acceso a la educación en diversos países del mundo.
Papa Francisco: "Ya. La educación es uno de los derechos humanos. Un niño tiene derecho a ser amado. Un niño tiene derecho –derecho humano– a jugar. Un niño tiene derecho a aprender a sonreír. Un niño tiene derecho a la educación. Y así, podemos seguir enumerando los derechos.
Creo que estamos en un momento de crisis en el mundo sobre la educación. ¿Vos pensás la cantidad de niños que, en los países que están en guerra en este momento, no tienen educación? Miles y miles de niños. Pensá en los miles y miles de niños excluidos de la posibilidad de la educación. Es un desafío. Es un desafío que hay que enfrentar. Y tenemos que empezar nosotros.
Educarnos entre nosotros. El servicio de educarnos. No esperar hasta que los Estados se pongan de acuerdo o los Gobiernos se pongan de acuerdo. Pasarán muchos años porque es difícil.
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El pacto educativo está roto. Educarnos entre nosotros. Cuántos chicos de la edad de ustedes, cuántos chicos y chicas van los fines de semana, días feriados, a educar, a dar clases a otros, a enseñarles. Es un derecho humano la educación.
Un pueblo que no es educado, o por la guerra o por todas las razones que hay para no poder tener educación, es un pueblo que, decae, decae, decae, incluso, puede caer hasta el nivel de los instintos. Así que, ustedes, si quieren hacer algo, organícense para ayudar a los Gobiernos, a los Estados, a educar a los chicos que no tienen acceso directo a la educación.
Un niño tiene derecho a jugar. Y parte de la educación es enseñar a jugar a los chicos porque uno aprende a ser social en el juego, uno aprende la alegría de la vida. Comprométanse con la educación de los chicos. La educación es un derecho humano".
Hablando sobre el derecho de los niños de jugar, de vivir en paz, el Santo Padre sacó de su bolsillo un proyectil que le fue regalado esa misma mañana por un joven de un país en guerra:
Papa Francisco: "Derecho a jugar. Derecho a la alegría. Derecho a sonreír. Te cuento una sola cosa: esta mañana recibí un grupo de jóvenes. Un joven era de un país de guerra y me regaló esto. Esto es un proyectil de los que caen continuamente en su ciudad y los chicos, para sobrevivir, tienen que estar encerrados en su casa, no tienen derecho a jugar. Hay otros sitios donde el niño no tiene derecho a jugar, simplemente porque vive la angustia del hambre, de la soledad, de la calle.
¿Vos sabés cuántos chicos viven en la calle? Nosotros hemos perdido la noción de la cantidad de chicos que no tienen la alegría del juego, o por la guerra, o por la pobreza, o porque viven en la calle. Y esos chicos que no saben comunicarse con la alegría del juego, son presa de los tratantes. Los usan para la delincuencia juvenil, para el robo, para la droga, para la prostitución, para tantas otras cosas. Quizás, la mejor manera de empezar a educar a los chicos es darles la posibilidad de que puedan jugar. Acuérdense de este proyectito. Cientos de chicos escondidos, sin poder jugar para no ser muertos".