Cada 18 de septiembre, celebramos a un santo que nos enseña mucho sobre la confianza en la oración: San José de Cupertino (1603-1663).
¡No te canses de rezar!
“Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el Cielo es de bronce. Todo el que le pide, recibe”, decía este gran franciscano, expresando de manera inmejorable cuánto había hecho Dios en su vida gracias a su oración perseverante. Como muestra, basta un “pequeño” detalle: José no fue bueno en los estudios, pero de Dios recibió las fuerzas y la luz necesarias para salir adelante. Hoy, no por azar, se le considera patrono de los estudiantes.
“Todo lo puedo en aquel que me fortalece" (Flp 4,13)
Este santo nació en 1603, en el pueblo de Cupertino, región de Lecce (Italia), en el seno de una familia muy humilde.
A los 17 años pidió ser admitido por los franciscanos, en la rama de los Frailes Menores Conventuales; sin embargo, fue rechazado. Poco después, solicitó el ingreso a los Hermanos Menores Reformados, otra rama de la Orden de San Francisco, pero tampoco tuvo éxito. Y es que José casi no había recibido instrucción y, además, en lo poco recibido, no ataba ni desataba.