Papa Francisco: Es que Jesús me abraza en ella. No es solamente que yo voy a dar, voy a recibir. No solo la receta de los ravioles, sino a recibir una vida contenta, alegre, un testimonio de vida.
Figueroa: A veces uno piensa que estás elaborando tantos materiales, dos encíclicas, cantidades de discursos y homilías, aquí en este lugar. ¿Percibís desde tu espiritualidad profundamente cristiana que necesitas eso para seguir adelante tu ministerio?
Papa Francisco: Yo necesito a los fieles, los fieles me dan a mí, me dan de su vida. A veces cuándo gritan, cuando me acerco a saludarlos uno por uno por uno y me dicen sus penas, yo los recibo. El cura tiene que ser un puente, por ello se llama un pontífice, o sea que hace puentes, no un asilado. Cuando un cura se aísla, ya sea en su postura hierática, o en su postura legalista, o en su postura de príncipe. Cuando digo cura, digo obispo, papa. Cuando se aleja, de alguna manera encarna a aquellos personajes a los cuales Jesús les dedica todo el capítulo veintitrés del Evangelio de Mateo. Esos legalistas, fariseos, saduceos, doctores de la ley que de alguna manera se sentían "puros". Que linda esa parábola del Evangelio cuando el fariseo delante del altar le dice: "Te doy gracias Señor porque no soy como la demás gente, incluso como aquél que está allá atrás… "que era un publicano, un pobre pecador. Y el otro decía "Perdoname Señor que soy un pecador" ¿Jesús qué dice? "Salió justificado éste, no aquel". Cuando un pastor no se acerca a su pueblo, no solo para darle, sino para recibir de su pueblo, que tiene su mismo bautismo, o sea su misma identidad, no es pastor.
Figueroa: La vara la estás poniendo muy alta para todos los líderes religiosos. Yo sé que es normal y natural en vos, lo has hecho siempre en Buenos Aires. Horas y horas en la fila de San Cayetano, saludando uno por uno. Los que te conocemos sabemos que vos sos así. ¿Pensás que es necesario dar ese ejemplo hoy?
Papa Francisco: No es solo ejemplo, es mi identidad. Me siento cura, y me sale eso. Si no, no sería cura, sería un empleado de la Iglesia. A mí me sale así ser cura. Un encuentro con los fieles, y escuchar no solo las confidencias de los dolores de los fieles, sino también los buenos consejos que te dan.
FIGUEROA: Yo me pregunto ¿Qué pensará? Porque mucha gente te identifica como un referente mundial en favor de la paz y del encuentro, y hasta hablan de premiarte. Y ponen sobre tu ministerio, sobre tu tarea pastoral una carga mundial quizá como uno de los referentes máximos en la historia de la humanidad. ¿Qué pasa por tu interior cuándo escuchas eso?
Papa Francisco: Yo sé que soy un pecador, y entonces lo hablo con Jesús y un poco me río: "Che, que buena que es la gente, como piensa, que buena que es". Lo bueno que yo tengo se lo agradezco a Él. Puro regalo, puro don. De plagiado no tengo nada, es puro don.
Figueroa: Es llamativo, y creo que Dios sabe lo que hace. La forma y la naturalidad de tu cercanía hacia la gente. El mensaje que estás dando, no solamente entre los católicos o entre los creyentes, sino que varios, aun ateos, de alguna manera dicen: "Bueno, yo no soy católico pero este Papa me cae bien". ¿Hay un sentido de que hay una misión también fuera de los límites de la Iglesia y aun para todas las personas de buena voluntad del mundo?
Papa Francisco: Un pastor, sea de la confesión que sea, no tiene límites. Es pastor y es pastor. Y uno tiene que luchar contra los propios egoísmos, que yo también los tengo, para que no anulen lo que Jesús te pide de ser pastor, estar metido en medio de su pueblo. Cuando vos lees el Evangelio de Jesús, dice que la gente lo apretujaba, usa ese verbo…
Figueroa: Hablamos acerca de la amistad entre los hombres, con Dios y el rol del pastor, y no quisiera terminar esta charla sin hablar de la amistad del hombre con la creación. En la Encíclica "Laudato SI", por lo menos hay cuatro o cinco citas donde utilizás las palabras "amigo" y "enemigo", refiriéndote a la relación del hombre con la creación. Me parece importante, porque primero es una Encíclica ecuménica, en el sentido más profundo de la palabra y después atraviesa el sistema ecológico, no solamente de lo creado, sino también el 8 sistema que tiene que ver con la justicia, con el bien, con la equidad, con una armonía, que bien podríamos hablar de un Shalom, de un equilibrio. ¿Por qué incluir tanto el tema de la necesidad, en este sistema tan injusto que vivimos, para con los hombres como con la creación, de amigarnos, de hermanarnos con lo creado?
Papa Francisco: Evidentemente que maltratamos la creación. No somos amigos de la creación, la tratamos a veces como el peor enemigo. Pensá en deforestaciones, mal uso del agua, métodos de extracción de minerales con elementos como arsénico, cianuro que después terminan enfermando a los pueblos. Dios nos dio una incultura para que la hiciéramos cultura. Cuando dice: "¡Crezcan multiplíquense, dominen la tierra, cuiden la tierra!" O sea, una incultura para que la hiciéramos cultura y así fue progresando la civilización haciéndola cultura. Pero llega un momento en donde el hombre ya no es el que tiene la misión de hacer la cultura, sino que se siente patrón. Y entonces sigue adelante más allá de lo que significa cuidar la tierra, y la descuida. Descuida la creación para llevarla delante a su propósito. Y entonces el hombre termina siendo el creador de una segunda incultura. La primera incultura nos la da Dios para que la hagamos cultura. Cuando yo me apropio de tal manera con suficiencia y soberbia, más allá de los límites que la misma naturaleza me está dando, empiezo a crear la incultura. La energía atómica es buena. Hemos descubierto una energía que necesita ser cuidada, protegida, pero no es mala en sí misma. Pero cuando mirás Nagasaki e Hiroshima, para irnos setenta años atrás, ves lo que es esa cultura transformada en incultura. Varias veces me gusto a mí contar esto de un rabino medieval, del siglo XIII. Cuando hablaba de la Torre de Babel, vos me lo escuchaste seguro. Decía que era un trabajo muy arduo porque había que hacer los ladrillos y para eso había que armar el barro, buscar la paja, amasarla, después una vez amasada armar los ladrillos, secarlo, meterlos en el horno, cocinarlos, y después ir subiéndolos a la torre. Estaban haciendo una cultura, querían hacer una torre grande. Si se caía un ladrillo era un desastre y al que lo dejaba caer lo castigaban. Si se caía un obrero, no pasaba nada, se murió.
Figueroa: Me llama la atención que cuando comienza el capítulo II de la Encíclica, en donde vos hablás del "Evangelio de la creación", al ser una carta universal, no "pedís permiso", pero decís, de alguna manera: "les llamará la atención de por qué tengo que hablar del lugar de la fe, de Dios y de la religión en este tema". Y obviamente está escrita por un Papa, así que es obvio que va a hablar de esto. Vos mencionás acerca que hay un sistema que involucra, eso que vos mencionás, la utilización del hombre, la degradación del hombre. Sistemas corrompidos, caídos con la creación, que tiene que ver con la justicia, con la dignidad, porque están los hombres ahí dentro, no solamente la naturaleza y la creación. ¿De qué manera se enfrenta ese sistema tan perverso?
Papa Francisco: Evidentemente tomando conciencia, lo primero de todo. Es un sistema que por ganar dinero, porque en el fondo está el dinero, el "becerro" siempre es de oro, el ídolo es de oro y está 9 en el centro. Se ha desplazado al hombre del centro y ahí está el dinero. No se tiene en cuenta lo creado, entre ellos el hombre. La esclavitud, el trabajo esclavo, no cuidar la creación, no cuidar al rey de la creación. Es decir, tenemos una mala relación con la creación en este momento. Me viene una expresión muy porteña no sé si es apropiada en boca de un Papa: ¡Porque nos pasamos de rosca! Y no cuidamos la creación, para poder explotar mejor la minería; la deforestación para hacer el monocultivo, cuando la tierra necesita el cultivo variado. Me acuerdo cuando estudiaba química, tres años de maíz, dos años de alfalfa, es decir todo el proceso de nitrogenación de la tierra. Ahora, monocultivo hasta que se agote la tierra…
Figueroa: Destruimos el ecosistema, y en el ecosistema hay personas. Y el objetivo es económico, porque no hay otro…
Papa Francisco: Las represas hidroeléctricas que están planeadas por ejemplo en el Amazonas. El Amazonas abarca varios países, así que no sé de qué país, por eso no hablo mal de ningún país. Pero represas hidroeléctricas que significan un desequilibrio total en el ecosistema.
Figueroa: En el punto 74 del capítulo II que mencionaba de la Encíclica, vos utilizás una frase muy fuerte. Decís: "La injusticia no es invencible". Eso trae una mirada esperanzadora. ¿Estamos tarde en este drama del daño a la creación, o también tenemos que tener esperanza?
Papa Francisco: Recuerdo la frase de un dirigente político muy importante del mundo: "No se trata de cuidar la creación para formar un mundo mejor para nuestros hijos, es que no lo habrá". Si seguimos en este ritmo, no lo habrá. Se trata de cuidar la creación para este momento. Estamos al borde de lo irreversible, es trágico esto. Y por otro lado, no es invencible porque, aunque se llegue a la catástrofe yo creo en la tierra nueva y en los cielos nuevos. Tengo esperanza y sé que la creación va a ser transformada.
Figueroa: Ya estamos llegando al final. Yo quiero agradecerte profundamente este tiempo de diálogo. "Diálogos para el encuentro" es un programa de diálogo entre las distintas confesiones de fe y es escuchado por personas de diversas confesiones. Yo te quiero pedir, que des un mensaje, que sientas en tu corazón para las personas que están escuchando.
Papa Francisco: Agradecerles que hayan gastado parte de su tiempo en escucharnos a nosotros dos, que no somos precisamente una telenovela divertida. Agradecerles todo el bien que puedan hacerle por cuidar la creación. Pedirles que recen por mí, necesito. Y de todo corazón les deseo que Dios los bendiga.
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