VATICANO,
El Papa Francisco quiere obispos misioneros, educadores, catequistas, cercanos a la gente, capaces de acompañarlos en su camino y que no escatimen energías en aquellos que se han alejado de la fe.
El Pontífice recibió esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a unos 130 nuevos obispos ordenados este año. Junto a ellos estuvieron los cardenales Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, y Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.
A los obispos presentes el Santo Padre les pidió iluminar a los que están lejos de la fe "con la llama siempre capaz de iluminar lo que alcanza con su claridad, y sin embargo, nunca deslumbrante". "Calienten sus corazones con la escucha humilde e interesada en su verdadero bien, para que se abran sus ojos e invirtiendo su curso vuelvan a Aquel de quien se habían alejado", añadió.
En su discurso, Francisco les recordó que "ustedes son testigos del Resucitado" y "esta es su tarea primordial e insustituible".
"Se les ha confiado la predicación de la realidad que sostiene todo el edificio de la Iglesia: ¡Jesús ha resucitado!...También nosotros resucitaremos con Cristo... No se trata de una proclamación obvia ni fácil. El mundo está tan contento con su presente, al menos en apariencia, con lo que es capaz de proporcionarle lo que es útil para suprimir la pregunta de lo que es definitivo... Y sin embargo, nos asaltan preguntas cuyas respuestas pueden venir solamente del futuro definitivo", dijo el Papa.
Entonces, "¿cómo podríamos hacer frente al difícil presente si se desdibujase en nosotros un sentido de pertenencia a la comunidad del Resucitado?, ¿podríamos recordar la grandeza del destino humano si se debilitase en nosotros el valor de subordinar nuestra vida al amor que no muere?", se preguntó.